El pontífice ha celebrado un encuentro con miembros de las comunidades religiosas iraquís en la ciudad de Ur, ciudad de Abraham y cuna de judaísmo, cristianismo e islam
“Desde este lugar, donde la fe nació, desde la tierra de nuestro padre Abraham, afirmemos que Dios es misericordioso, y que la mayor blasfemia es profanar su nombre odiando a nuestros hermanos y hermanas. La hostilidad, el extremismo y la violencia no nacen de un corazón religioso: son traiciones a la religión. No habrá paz mientras nuestras alianzas sean contra otros”.
Son palabras del papa Francisco, pronunciadas este sábado en la ciudad antigua de Ur, cuna de civilizaciones y de las tres religiones monoteístas: es en este lugar donde nació y vivió parte de su vida, según la bíblia, Abraham. Para judaísmo, cristianismo e islam, Abraham es profeta.
Y ha sido esta ciudad que ha centrado la parte más importante de diálogo interreligioso en la visita oficial que el Papa realiza hasta el lunes en Irak. En Ur, Francisco se ha reunido con representantes de las comunidades cristianas, chiís, sunís, yazidís y sabeas de Irak. Juntos, han leído pasajes de la biblia y del corán que hablan de esta ciudad milenaria y del profeta que nació en ella. ”Hermanos y hermanas de distintas religiones, aquí estamos en casa”, ha dicho el pontífice.
Sin embargo, la jornada del sábado para el Papa había empezado con otro evento. Ha sido uno histórico; la primera vez que algo así ocurría: Francisco ha visitado a su casa al ayatolá Al Sistani, máxima autoridad chií en Irak y una figura con una autoridad moral y religiosa incomparable en Irak.
El encuentro ha sido a puerta cerrada, pero la oficina de Al Sistani ha publicado un comunicado de lo hablado: “Han discutido sobre injusticias, la opresión, la pobreza, la persecución por ideología y religión y la ausencia de justicia social”.
Al Sistani “le ha expresado al Papa el rol que deben de tener los grandes líderes religiosos en limitar todas estas tragedias”. “Los cristianos, como todos los ciudadanos de Irak, deben de vivir en paz y seguridad, y las autoridades religiosas tenemos que protegerlos a ellos y a todos los demás que han sufrido injusticias y dolor en estos últimos años”, ha dicho la máxima autoridad chií en Irak.
Daúd y Hasan
Después del encuentro con Al Sistani, Francisco ha volado a la ciudad antigua de Ur. Allí, además de la lectura de textos religiosos, han hablado dos amigos, Daúd y Hasan.
Los dos, ante el pontífice, han explicado su historia: ambos, uno cristiano y el otro musulmán, uña y carne desde pequeños, decidieron hace poco abrir un negocio juntos. “No somos de la misma religión, pero creemos que nuestro ejemplo muestra que unos y otros podemos vivir juntos y ser amigos. No queremos ni la guerra ni la violencia ni el odio. Queremos que la gente de nuestro país trabaje junta, y que sean amigos”, ha explicado Hasan.
“Me ha afectado el testimonio de Daúd y Hasan… Están construyendo un futuro juntos. Necesitamos conseguir algo bueno, sobre todo para la gente joven”, ha dicho Francisco, que durante la tarde de este sábado vuelve a Bagdad, donde celebrará una misa en la catedral caldea de San José, en la capital iraquí.
“Está en nuestras manos, especialmente entre nosotros, los creyentes, convertir los instrumentos de odio en instrumentos de paz. Está en nuestras manos apelar a los líderes de las naciones para que paren la proliferación armamentística y den paso a la distribución de comida para todos. Demasiada gente en el mundo no tiene suficiente comida, medicina educación, derechos ni dignidad”, ha continuado el pontífice.
(Elperiodico.com)